Capitulo XXII
Hades Laurence, y comencé mi relato:
En la mitología griega, Hades el dios del inframundo, era un hijo de los Titanes Crono y Rea. Tenía tres hermanos, Zeus y Poseidón. Juntos constituían los seis dioses olímpicos originales.
Zeus, Poseidón y Hades tenían armas Zeus los truenos, Poseidón el tridente y Hades un casco de invisibilidad. La noche anterior a una primera batalla con los Titanes, Hades se puso su casco y, siendo invisible, se infiltró en el campamento de éstos y destruyó sus armas, Hades y sus dos hermanos menores, Poseidón y Zeus, echaron a suertes los reinos a gobernar. Zeus tendiéndole una trampa a Hades, lo engaño con un juego de palos de madera y destrono de lo que le correspondía por ser el primogenito, el universo, asi Zeus se quedó con el cielo, Poseidón con los mares y Hades recibió el inframundo, el reino invisible al que los muertos van tras dejar el mundo, así como todas las cosas bajo tierra.
Hades obtuvo su consorte definitiva y reina, Perséfone, mediante artimañas.
Hades tenía en realidad un carácter más altruista que perverso. A menudo se lo retrataba más como pasivo que como malvado: su papel era a menudo mantener un relativo equilibrio.
Hades reinaba sobre los muertos, con la ayuda de otros sobre los que tenía completa autoridad. Prohibió estrictamente a sus súbditos abandonar sus dominios y se enfurecía bastante cuando alguien lo intentaba, o si alguien trataba de robar almas de su reino. Era igualmente terrible para quien intentaba engañar a la muerte o cruzarla.
Aparte de Heracles, las únicas personas vivas que se aventuraron en el Inframundo fueron todos héroes: Odiseo, Eneas, Orfeo y Teseo. Ninguno de ellos estuvo especialmente satisfecho con lo que presenciaron en el reino de los muertos. En particular, el héroe griego Aquiles, a quien Odiseo conjuró con una libación de sangre, dijo: «No me hables con dulzura de la muerte, glorioso Odiseo. Preferiría servir como mercenario a otro antes que ser el señor de los muertos que han perecido.»
– Para ser Honesto me lo imaginaba el peor de los Dioses ¡Pero válgame Zeus le ha ganado que pillo èste!.- dijo con una pequeñísima sonrisa de villano..- y agregó: Creo que es mas victima, ¡míralo que injuria! ¡Engañado y destronado por su propio hermano!
– Mon Amour, es èste mundo que convierte al ángel en demonio, y a un asesino en héroe, Laurence.- dije con voz un poco triste sabiendo la desdichada vida pasada de ambos.
– Una insípida razón tenia tu hermana al compararme con Hades.- dijo y se levantó de la silla, cerrando las cortinas y dejando a la ventana huérfana de miradas, me tendió la mano y me levanté de la silla también.
– ¿Por qué Laurence?, ¿Por qué lo dices? – le pregunte siguiendo sus pasos en la estancia.
– Tuve un hermano una vez.- dijo. Buscando entre las paginas en la cama su libreto de Otelo.
– ¿Y? .- preguntè con atención mientras mi corazón deseaba que contara mas de su pasado.
– También me despojo de mis dotes, también me robo lo que me habían dado.-dijo con voz que escondía una ira casi viva.
– ¿Y por eso los dejaste? ¿Por eso viniste a Marsella?
– No.- respondió, esta vez tomando asiento sobre la cama con sus hojas ya dispuestas.
– Él me despojo de mi vida entera, cambió mi destino por completo, dejándome a merced de la burla y el maltrato.
Una breve pausa se apoderó del momento y su gesto, su semblante entero cambió a un taciturno y derrotado Laurence, sus recuerdos lo volvieron Heathcliff, detrás de este artista que es hoy, entonces por primera vez escuché a Heathcliff hablar de si mismo, el verdadero dueño de esta historia, su realidad.
– La otra terminó de matar lo que en mi había. Me quito ya lo único que a mí me quedaba, el corazón, por respeto a ti no contaré nada mas.
– Por favor continúa, dije.- son palabras que me interesan oír, Petitte, ¿Cómo podría yo aliviar tus penas? Aunque no quieras que te ame, ya solo estamos los dos no hay nadie mas.
– ¿Cómo puedes amarme estoy que soy?.- dijo mirándome con ojos delirantes.
– Mereces mas que amor.- le dije.
– Dankha…dijo. Y luego guardó silencio.
– Si solo intentaras quererme…
– ¡Claro que te quiero! .- dijo. Y desvió la mirada a la luz de las velas.
Y tomè de sus manos las hojas y las coloqué lejos, y lo abrace con ternura, fuerte queriendo dejar ese momento eterno, besando sus mejillas, compadeciéndome de el como siempre, mire sus ojos y le dije:
– No te pedirè nunca mas nada, solo dí que me amas Laurence, solo dilo para mi.
– En este momento te amo Dankha…
Así pasaron un par de días hasta la mañana de la mordida de Juene. Cuando me desperté de aquella turbación Laurence y Dan me acompañaban en la estancia y la enfermera ya se disponía a hacerme un vendaje, todavía tenia la ropa mojada por la lluvia de aquella mañana, Laurence tenia todavía manchas en las manos y en la camisa la sangre de Juene, su cabello mojado y su cara de triste culpa y preocupación lo mantenían con pálido semblante. Nadie se atrevió a escribirle una carta con la noticia a Ms. Pascal a Paris, mas bien con las horas, mi mejoría iba marchando, las cosas un poco mas lentas pero normales, ya Lio se disponía a dejar la taberna, faltaba poco, yo dormía más de las horas normales, debido a los calmantes y remedios, en oportunidades cuando despertaba, vi a Laurence hablar solo como Otelo, tras la cortina y la ventana. Me causo gracia, y recordé sus palabras de hace varios días ¡Claro que te quiero! ..en este momento te amo. Y yo te quiero más. <Dije para mis adentros>.
Otra vez que despertè una noche y estaba a mi lado, solo contemplándome. Y dijo:
– Come Dankha, has dormido mucho.
– Si, dije.-
Otra mañana me trajo todas las cartas de mi baúl ruso, como lo habíamos acordado el día anterior, y colocó la silla en la ventana para que me distrajera con el paisaje mientras en su ausencia seguía los ensayos de Otelo abajo en las tablas. .
Así me fui recuperando, poco a poco ya dormía menos…
Luego llegó la noche que más me duele recordar, la noche que nunca olvidare, la noche de “Hades” y las últimas palabras que escuche de sus hermosos labios:
“Dankha, esta noche seré “Hades”, príncipe del tártaro, estoy buscando alguien como tú, con esta carita, con esta voz, me cantas una canción, Hada?…”
“¿Conoces a álguien que pueda liberarte de mi prisión infinita”
“¡Shuuuuuuu, Dankha, mejor no digas nada, ya sabes que lo que busco es quién quiera a este “Hades”, ¿que tienes aquí? Ay! No me lo digas, mantente callada… ¡Ah, es un botón!.”
“y éste otro? Ay ¡es otro botón de la camisa de un hada”…
De las manos de Ms. Pascal he tomado esta carta que el encontró en su cuaderno de cuero marrón desgastado, nunca se lo llevo, estuvo en el saco negro traído de Liverpool, guardado largo tiempo en el armario, mojado por el mar o por una tormenta, ese mismo saco que repudio con todas mis fuerzas es solo eso el dueño de mis pesadillas. Cuando Ms.Pascal se lo llevo, reviso cada una de las anotaciones que allí habían, obteniendo esta como la prueba de la más fehaciente razón de la triste y desventurada partida de Laurence Heathcliff aquella fatídica noche. Sabemos con esta misiva porque salió de su casa dejando a los suyos, sabemos también porqué se fue del teatro dejando nuestras dos almas en pena.
Ms.Pascal me mira con corazón desgarrado mientras leo estas líneas.
Querida Cathy:
Tan solo ayer esa noche negra, la más negras de todas las noches, tras dejar Cumbres Borrascosas, vagué bajo la lluvia por algunas horas o todas las horas, si la eternidad es posible en la tierra, allí estaba precisando mi silencio. Corrí para alejarme del eco de tus palabras que sentenciaban mi carne y me abrumaban por tu amor por Linton, busque los árboles más lejanos, pasé la verja, corrí más lejos y más lejos, cuando recordé que no tenia ya aliento, me deje caer en una zanja de rodillas y ya no quería respirar más. La lluvia caía sobre mi cara y el vaho espectral de mi boca ya no pudo pronunciar tu nombre. ¿Podría el lodo lavar el lodo? Cogí la tierra entre mis manos, la tierra de Cumbres, la apreté con tanta fuerza y se clavaron en mis manos astillas y piedras, sangré entonces Cathy, sangré entonces por mis manos, estas mismas que te han tocado, estas mismas, que ya hoy te pierden. Temblado, empapado por el frio y consumido por el odio, juré que esta seria la última vez que sangrara en Cumbres Borrascosas; la última vez que verían a Heathcliff débil, despreciado, desangrado y traicionado. Esta noche he perdido el juicio Cathalina Earnshaw, soy un lobo Cathy, me has condenado a la oscuridad, a vivir despreciado por mi otra mitad, por mi único ser en común, ya yo sé, que si hoy sangro yo, mañana lo harás tu. Pero ¡Linton!, ¡Linton! maldigo ese nombre y lo que él conlleva, ¿cómo puedes traicionarme? ¿Dejarme por un aspecto Cathy? ¿Y yo? ¿Y lo que yo tengo por dentro? Pagarás con tu vida y ya eso lo sabemos, porque no sabes vivir sin mi Cathy y porque nunca lo has intentado. Esta noche la daga la empuñas tu contra mi pecho, en nombre de tu amor por Linton.
Yo no me volveré un sacerdote, seré un demonio, pero voy a volverme rico Cathy, me iré a la guerra y a las luchas, voy aprender a hacerme la honra y cuando mate, mataré pensando en Linton y cuando ame a las mujeres…¡oh no!, Cathy eso no… ya no habrán más mujeres, así hoy tu ya me condenas al abismo de la soledad, ¿es que puede un perro ladrar sin su voz? ¿O puede acaso un oso cazar sin sus garras? Así me has dejado Cathy, huérfano de uñas y de garras, hecho un incendio, desolado, apaleado, pero ¿y tu Cathy? ¿Podrás sobrevivir a esto? Ya no debería importarme, maldita tú que has rechazado mi corazón, ¡oh Cathy, Cathy! ¿porque? Y lloro y sufro al saber que te perdí y lloro y sufriré, al no poder volver a escuchar el sonido del viento y las piedras y tu voz, en Cumbres Borrascosas.
Te juro Cathy que volveré a Cumbres a cobrar los precios, a incendiar los árboles, a matar los perros y los gatos y todo aquel que viva y respire en las Cumbres y voy a quemar al mismo diablo y a toda su legión… Pero al matar a Linton, Cathy, voy a enterrar su cuerpo o sus cenizas, ¿quién sabe? Me haré un héroe de guerra y de esta guerra que comenzaste tú contra mi corazón. Habré encontrado hoy el único motivo de levantarme de este hueco inmundo, de este charco de cenizas que hoy es Heathcliff, he encontrado un nuevo y único motivo para respirar Cathy, la sangre de Linton.
Adiós mi alma, te dejo esta misiva colgada en esta ventana, en donde fue nuestro hogar en Cumbres Borrascosas, confiando en el diablo para que la borrasca no se la lleve y puedas saber cuanto te ama éste, tu pobre Heathcliff.
Cathy, recuérdame…
¿Como has renunciado a ti y a mi, tan fácilmente? !oh Cathy, Cathy!, este mi corazón es tuyo, ya yo no me lo llevo, así me cuesta esta vida, quisiera que al despertar mañana todo fuera una pesadilla, pero sabré por mis manos heridas que esto ha sido una suerte de despedida.
Eternamente tuyo…. Heathcliff